Nuevo reboot del treparredes neoyorkino más famoso del universo Marvel. Spider-Man es y será uno de mis superhéroes favoritos por el mero hecho de que me crié desayunando mientras veía la serie que por aquél entonces echaba Antena3.
Todavía no termino de digerir el hecho de que Peter Parker sea un chaval de 15 años. Yo lo conozco ligeramente mayor, aunque no mucho más. Un Peter Parker más como la primera versión cinematográfica moderna, que se estrenó en 2002. Pero dejando eso de lado, mantiene la esencia. Parker tiene carisma a raudales.
Tras haber visto los trailers de esta esperada película surgió en mí un temor: Que Ironman eclipsase a Spider-Man. Afortunadamente, no es así. Quitando las escenas desveladas en los trailers, poco protagonismo más tiene Stark. Ciertamente tiene su peso, pero dejan que Parker coja las riendas de su película.
Los actos de la película se desarrollan con total naturalidad. El argumento no tiene mayor misterio, quitando un cliché específico de las películas de Spider-Man; del que no termino de acostumbrarme. A pesar de su sencillez, no obstante, hay bastante trasfondo argumental dentro de cada uno de los personajes, cosa que me ha gustado mucho.
Si hablamos de Marvel, hemos de hablar también de las ya famosas escenas post-créditos. Este largometraje tiene dos. Especial importancia el segundo, dicho sea de paso.
En definitiva, era escéptico con esta nueva versión de Spidey y me voy a tener que callar. Me gusta mucho. Espero que sea el reboot definitivo. Bravo, Spider-Man.
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