Película basada en una historia real. Además, está protagonizada por Robin Williams, el actor que más fácilmente consigue emocionarme.
El argumento nos da una separación natural y a la vez muy marcada de los diferentes actos que se van sucediendo a lo largo del largometraje. Nos relata qué es lo que llevó a Patch al psiquiátrico, qué descubrió allí y por qué eso mismo lo hizo ser el médico que es hoy día. Como siempre en estos casos, no es la historia real, pero no han cambiado en demasía lo vivido por la persona real.
No siempre es fácil combinar la comedia con el drama, pero en esta película lo han conseguido realmente bien, en tanto en cuanto la calidad de Robin Williams para ambos registros fue inmejorable. Tengo un gran afecto para con esta persona que tristemente nos dejó en el año 2014.
Incluso si excluyésemos al personaje protagonista, la mayoría de los personajes que nos aparecen en la película son bastante complejos. Por secundarios o terciarios que sean. Quitando al decano Walcott y a uno o dos más, todos evolucionan enormemente de una u otra manera gracias a la influencia de Patch.
Como curiosidad, da igual cuántas veces veas la película, siempre me quedo con un detalle diferente. Siempre hay una frase con la que te quedas. Patch Adams está llena de frases memorables.
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